La búsqueda de nuevos terruños llevó a los productores argentinos a extender los límites vitivinícolas al borde del Atlántico, con nuevos proyectos en Chapadmalal, Médanos y Sierra de la Ventana, que cobraron fuerza a partir del año 2007. Chapadmalal constituye el extremo más oriental para el cultivo de la vid en Argentina.
La región se encuentra compuesta por un circuito de sierras y llanuras onduladas de escasa altura, de clima húmedo, ventoso y baja amplitud térmica, como consecuencia de la influencia del océano.
Esto permite encontrar vinos más frescos y elegantes, de gran complejidad aromática, con fuerte foco en la producción de variedades blancas como el Sauvignon Blanc y Chardonnay; buenos exponentes de Pinot Noir y espumosos de gran calidad.
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